domingo, 28 de febrero de 2010

Inseguridad: otro mapa

Debates, foros, estadísticas, mapas proliferan por el conurbano mientras aumenta el delito en todas sus formas. Hay que admitir que la delincuencia crea mucho trabajo. Son innumerables las empresas que ofrecen servicios de vigilancia adicional y se desarrolla mucha actividad alrededor del tema de la seguridad.

Los que antes hablaban “de meter bala y a la bolsa” ahora admiten, públicamente al menos, que hay que hablar también de la exclusión y la inequidad. En nuestro distrito también se han creado foros y los vecinos y comerciantes buscan organizarse para defender sus bienes, en forma paralela a la que “brinda el estado”. Los medios de comunicación apuntan casi exclusivamente a resaltar el perfil violento y a llamar a una cruzada contra este “eje del mal” casero.

Podríamos escribir un libro sobre el tratamiento y la utilización del delito por parte de la TV y los medios, pero sigue quedando afuera ya no sólo el planteo de la exclusión social, la pobreza y la marginalidad, sino también qué tipo de cultura es la que está funcionando como condición de producción del delito. Formar un científico, un intelectual o un artista le cuesta a la sociedad un enorme esfuerzo. Para producir un delincuente también es enorme el esfuerzo. El sistema en su conjunto, con todas sus instituciones ha hecho, en esta etapa del capitalismo, un demoledor trabajo sobre el imaginario social para imponer un escenario propicio para las nuevas exigencias del mercado.

Es de esta manera que el modelo de hombre de hoy se perfila con valores y conductas funcionales a ello. Definimos las culturas de distinta época y lugar por la relación del sujeto con el otro, con su semejante. La calidad de esa relación define el tipo de sociedad, de cultura. A lo largo de la historia de nuestro sistema capitalista esa relación del hombre como lobo del hombre fue adquiriendo distintos rasgos que singularizan cada etapa.

Actualmente el individualismo más exacerbado está instalado como algo natural. El “otro” pasó a ser una cosa o un medio, el “otro” perdió su categoría de semejante, consecuencia de un estado de anomia. No nos identificamos con nuestro prójimo. Nos identificamos con bienes de consumo, con estilos de vida que compramos con ellos. Las nuevas generaciones no se identifican con sus predecesores sino con sus propios grupos de pertenencia, formando tribus sin pasado, con un presente de rituales fetiche-consumista y un futuro en que el otro, es primero que nada un posible enemigo. Cómo no va a parecernos salvaje y desalmada esta delincuencia posmoderna? Cómo nos van a sorprender esas bandas con uniformes oficiales disputando territorios en esta jungla de poderes?

Los defensores de este sistema, de este darwinismo social, y los medios de comunicación apuntan todas sus baterías, marcando a fuego al delito individual, al pibe chorro, como nuevo actor social, cuidando especialmente no incluir en sus discursos el robo y el despojo que cometen los grupos económicos dominantes.

Es así que hablan de “crisis financiera y salvataje” cuando esfuman la riqueza acumulada por años de trabajo. Cuando sus ganancias fabulosas las embolsan unos pocos y socializan las pérdidas. En las últimas décadas las exigencias del mercado pulverizaron toda iniciativa colectiva solidaria, donde el otro social tenía su lugar de semejante. En nuestro país, la reforma del estado llevada a cabo por Menem fue una bisagra, orientando el rumbo hacia el aniquilamiento de lo público como un bien de todos.

Nuestros recursos naturales, nuestros transportes, educación y salud, pasaron a ser bienes rentables para beneficio de las multinacionales. Entregar los recursos naturales es un crimen. Se llevan todo y nos dejan la destrucción del medio ambiente. Hoy la prioridad del gobierno kirchnerista es subsidiar a las corporaciones con 10.000 millones de dólares anuales, profundizando la política neoliberal iniciada en los 90.

¿Podemos hablar de Argentina como un país cuando no tenemos soberanía sobre nuestro petróleo, gas, minería, riqueza ictícola, cuando no tenemos soberanía sobre nuestras aduanas, llevándose lo que quieren a simple declaración jurada? Esto no figura en los discursos indignados de estos políticos gerenciadores de multinacionales y comunicadores sociales cuando hablan de la delincuencia.

Primero fue la dictadura con su trabajo sucio, genocida, y después “el neoliberalismo” que sigue hasta hoy con la premisa que no importan los medios sino los fines. Así es como el progreso no puede detenerse con la excusa del cuidado del medio ambiente. Hay que darle “seguridad jurídica” a los inversores para no quedar “aislados del mundo”, es la legalización del saqueo. El resultado es que el que tiene poder puede hacer lo que quiera. Las leyes, las instituciones y hasta los roles de los distintos actores sociales se van adaptando a las necesidades de obtener COMO SEA rentabilidad. Los que no estamos invitados al “banquete” participamos patéticamente sintiéndonos habilitados para hacer cualquier cosa en cualquier lugar.

Malas noticias para los líderes de la lucha contra la delincuencia: ésta es una necesidad económica del sistema. La guerra entre pobres siempre fue eficaz a la hora de ejercer el control social. Perseguidores y perseguidos muy ocupados como para poder ver como saquean el país.

Los que se adueñaron de lo que es de todos tienen motivos para brindar: ellos no están en el mapa de la inseguridad.

Con un gran proyecto nacional y popular terminaremos con el “sálvese quien pueda” base de la desconfianza y madre del delito.

PABLO LANZA

pdflanza@hotmail.com

jueves, 25 de febrero de 2010

Un espacio de reflexión y debate

Desde Proyecto Sur Tres de Febrero hemos constituído este espacio con el fin de contribuír a la libre expresión de ideas, opiniones y propuestas y al debate constructivo en torno a las mismas.
Esperamos la participación de todos, dentro de un marco de respeto y tolerancia.